Sara Marín

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Escribir siempre sienta bien

 

Escribir siempre sienta bien.

Hace que saquemos la ropa más sucia que teníamos guardada y la pongamos a lavar mientras la pensamos y a secar cuando la plasmamos en el papel. Llegamos a conocer los resquicios de recuerdos que van amontonándose, creando una montaña de sensaciones, a veces buenas, a veces malas. Pero ocurre como le pasaba a la manzana podrida entre las demás sanas… Si hay algo que nos provoca malos sentimientos, va manchando lo que causa lo bueno, incluso eclipsándolo. Entonces escribimos y lo ordenamos…Entonces tenemos que escribir y valorar.

Desde mi punto de vista, lo mejor es empezar por todo lo que arrastramos negativo. Soltar mierda, descargar mala energía, maldecir todo aquello que nos resta. ¡¡Es sano!! Y muy natural. No por ello hay que sentirse mal, no somos malas personas por tener malos pensamientos hacia algo. Considero que tu cuerpo tiene que asimilar las diferentes situaciones, y qué mejor forma de hacerlo que ser sinceros con nosotros mismos.

Un dato importante es que queda totalmente permitido soltar alguna lágrima.  Al fin y al cabo son las que nos limpian los ojos para ver mejor, para esclarecer. Y vale más un llanto de rabia que mil terapias. Sí… Siempre suelen caer encima de la mejor frase que estás escribiendo dejando borrosa la palabra más consistente… Pero es una bonita cicatriz de la lucha que estás llevando a cabo… Escribir la dura realidad que llevas anclada.

Te cuesta, pero sigues. Te duele, pero alivia. Y llenas un folio de barbaridades que jamás volverás a leer porque te sentirías muy ridícula… ¿Eso sentía yo? ¿Qué leches me pasaba por la cabeza en ese momento? ¿En serio me hundí de tal forma..? Mejor escribir, guardar y, al cabo de los años, desprenderte de esas líneas. Ya cumplieron su objetivo. Sacar de ti lo que pesaba y ayudarte a seguir.

Una vez concretado todo lo malo tenemos que continuar con lo bueno. ¿Cuáles son las razones por las que debes sonreír cada mañana? ¿Qué recuerdos agradables te acompañan? ¿Qué logros tienes por los que sentirte orgullosa? Sí, hay que escribirlos también, aunque de pereza!! Pero eso es lo que nos dejará el buen sabor de boca y nos hará darnos cuenta de que lo malo no era tan malo, y que lo bueno siempre pesa más.

Recurrir a la salud, a la familia, a las amistades, a las metas… Hace que pongas en la balanza lo realmente importante.

Oí una vez que cuando actúas debes parar a pensar si ha valido para algo positivo esa acción. Entonces sabrás si hiciste bien o si te equivocaste en el camino. Lo gracioso de todo esto es que siempre se saca alguna lección, y eso siempre debe contar como una suma a nuestra vida. Con lo cual, no existen las equivocaciones, sino las actuaciones fáciles o difíciles. Unas te llevan directamente a lo que pretendías y otras te enseñan datos significativos para otras experiencias que más adelante te llevarán a lo que aspirabas también.

 

Y llega ese punto final. Ese con el que cierras el capítulo, con el que respiras profundamente y te sientes bien contigo misma. La vida sigue y puedes comenzar a volar de nuevo. Ya no hay ropa sucia, ya desapareció la montaña. Tu autoestima brilla de ganas. Tú, contigo misma, has subido un escalón.

De pronto llegarán a tu cabeza cientos de ideas efectivas que te darán razones para sonreír. Nadie va a comprendernos mejor que nosotros mismos. Y la mejor solución siempre es una de nuestras cartas, sólo hay que saber usarlas bien…

Y guardando el papel escrito pensarás… “Debo repetir en más ocasiones. Debo sacar más tiempo para esto”.

 

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ENTRE TORMENTAS Y TORNADOS…

Es complicado controlar los pensamientos. Dicen que las peores tormentas son las que nos creamos nosotros mismos en la cabeza… y cuánto saben los que lo dicen, porque es pura verdad. Generalmente de un pequeño grano hacemos una playa entera, con sus sombrillas, bañistas y niños haciendo castillos de arena.

Lo curioso es que es inevitable pensar en lo que nos preocupa. Nuestro cuerpo está deseando que lleguen problemas para ponerse al 100%. Y si a eso le agregamos el factor “ambiente” (la gente que está en ese instante a tu alrededor, dando sus opiniones) entonces la tormenta suele transformarse en tornado.

Digo yo, si no se pide opinión, ¿por qué siempre aparece el “salvador/a del mundo que viene y te lo quiere desmontar? Y precisamente, si lo analizas, ¡dicho salvador es el menos salvado! Y si se pide opinión, ¿por qué la gente te aconseja como si estuviera en una película de ficción? Luego están las amistades de demasiada confianza… que precisamente por eso se les olvida el detalle de tener empatía y arrasan con sus comentarios, pero oye, que su intención es meramente ayudar… ¿y los agregados? Esos que se enteran de tu situación por pura casualidad y comentan sin saber el pre y el post de la historia, ¿para qué? El caso es hablar de algo y sentirse importantes… O los envidiosos, que te aconsejan justo lo contrario a lo que harían ellos (y encima son los que peor disimulan)… al igual que los convenidos, esos que están faltos de inquietudes y buscan revolucionar las de los demás para que sus vidas cambien de cariz…O los cumplidos, “si, si, esto, lo otro” y te despides con la sensación de haber conversado con una pared…

En fin, que en casos límite te llegan miles de opciones. Está en ti saber discernir y escoger. No es nada fácil. La noción del sentido se pierde con tanto ruido… Y aunque la solución esté ante tus ojos, seguramente pase desapercibida por el nivel de estrés en el que te ves sumergido.

¿Y si dicha solución debes buscarla tú y no dejar que te la busquen? ¿No sería mejor acertar o equivocarse por uno mismo que por haber seguido las pautas de los demás? Al menos así la satisfacción sería mayor o la desdicha menos estúpida.

Pero no, todos cometemos ese error… Pero la razón es sencilla. Mientras te van diciendo las cosas tu instinto va descartando, para cuando llegues a casa el protagonismo lo adopte tu almohada. Esa sí que sabe bien lo que decirte. Esa habla claro pero con tacto, es directa pero sin herir, es concisa pero sin olvidar ningún detalle.

Días después, cuando el tornado vuelve a ser tormenta y ya va en decadencia, de buenas  a primeras aparece esa persona que da en el clavo. Como si estuviera leyendo tu mente. Como si hubiera quedado días atrás con tu almohada para tomar unas cañas y estuviera informada perfectamente de lo que has decidido hacer… Y vaya si reconforta. Es hablar y oír lo mismo y nos vaciamos. Nos quitamos todo lo que pesa. ¿Seremos idiotas? Pues sí, y a mucha honra. (Tú también lo eres…Jajaja)

Porque no dejamos de ser humanos y de necesitar algún tipo de apoyo ficticio o moral. A fin de cuentas, el problema es tuyo y sólo puedes solucionarlo tú. Pero no es lo mismo caminar y verte sólo a ir andando de la mano de alguien en quien confías y que te vaya sonriendo.

 

 

Conclusiones:

-Nadie puede entender mejor tu situación que tú mismo. Así que párate a hablarte y a escucharte. Te lo mereces.

-De lo que te digan sólo aprende la mitad. La otra mitad es absurda.

-Si tiene solución… tarde o temprano aparecerá. Y seguro que será en el lugar que menos esperes. Si no la tiene no pierdas tiempo en buscar lo que no hay.

-Sigue escuchando a la gente, cuando pase la dichosa tormenta tendrás repertorio para unas risas.

-Ni de coña vas a aplicarte el cuento así que…

-Si controlas a tu cabeza evitarás muchos disgustos!!!

 

 

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